Sentado y sin palabras,
sin palabras y con un mundo que decir.
No quiero contar nada, no soy un cuenta cuentos
quiero decir cosas, muchas cosas, llevo mucho guardado.
Anoche soñé despierto,
miraba estrellas, comía del mcdonals
y era ella quien me daba a comer las patatas con kepchu.
No lo sabe, pero quiero ser yo, mi boca,
quiere ser mi boca quien le quite ese kepchu de la cara,
de la nariz arrugada.
El alcohol ayuda mas no lo quiero,
quiero sacarlo de su cuerpo, liberar su mente,
abrir su cuerpo, mojar sus poros, expulsar ese alcohol,
y que sea consciente... y que recuerde mañana mis caricias
si, exactamente, esas que nunca le di,
esos besos ocultos, inexistentes, que son mi lujuria en su cuerpo.
Ese amor juvenil, inexperto, torpe, tímido, que nace adentro
y no dejo salir. No quiero que salga.
Supongo que no importa tanto cuánto, sino cómo.
Y no importa follar mil veces, lo que, supongo,
sería para ella follar, para mi, sin embargo, es hacer el amor,
aunque sea duro, aunque después se vaya y mi cama siga vacía,
aunque se vaya su calor, su olor, no será para ella lo mismo que para mí.
O al menos eso pienso.
No se puede jugar a algo que no se conoce, ni controlar algo que no eres,
si por supuesto controlar o saber como es por dentro alguien que no eres tú mismo.
No sé si está dispuesta a darme lo que quiero de ella. Aunque ya a veces, me lo de sin saberlo.
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