Aunque sólo quería un abrazo, uno de verdad, supongo que pedía demasiado, que ya el simple hecho de vernos era inaudito. Que acercarme a ti es un pecado del que nunca volveré a disfrutar, que mi cárcel es demasiado grande y nuestros mundos muy pequeños para encerrarnos juntos en él. Un abrazo, eso es todo lo que pedía a gritos, aunque sin decirlo propiamente, perderme en tus brazos, oler tu perfume, sentir tu pelo en mi cara, todo por ultima vez, o al menos por ultima vez de esta manera, tan personal, tan sentido, un abrazo de tus brazos y tu cuerpo frente a mi, y la distancia se hizo palpable en ese instante en que me fue negado el placer de mi pecado para contigo por ultima vez.
STQYSQSLH.
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