sábado, 3 de septiembre de 2011

El AMOR


«El amor es paciente, es benigno, el amor no es celoso ni envidioso, el amor no es fanfarrón ni orgulloso, no es arrogante ni egoísta ni grosero, no exige que todo se haga a su manera, no es irritable ni quisquilloso, no guarda rencor y casi ni se da cuenta cuando los demás hacen algo mal. No se alegra de las injusticias y se regocija cuando se impone la verdad.»




El amor es paciente. Es capaz de soportar la espera o las demoras sin alterarse ni enojarse. Puede perseverar con tranquilidad aunque enfrente dificultades. Es capaz de tolerar las circunstancias difíciles. Es tolerante y no se queja ni pierde los estribos aunque lo ofendan, provoquen o molesten.

El amor es benigno. Es de carácter generoso y cálido. Manifiesta compasión. Se compadece del sufrimiento de los demás y manifiesta el deseo de ayudarlos. Demuestra cortesía y se interesa por los demás.

El amor no es celoso. No alberga suspicacia hacia la influencia de un rival o competidor. No sospecha de los demás con relación a un ser querido. No exige una lealtad desmedida.
El amor no es envidioso. No se resiente ni tiene el desagradable sentimiento de desear el éxito, buena fortuna, cualidades o posesiones de otra persona. No se compara con los demás.

El amor no es fanfarrón. No se jacta. No dice ni escribe cosas que lo ensalzan a uno mismo. No se refiere de un modo fanfarrón a sus posesiones o logros.
El amor no es orgulloso. No alberga sentimientos de superioridad ni una actitud altanera de creerse —a menudo sin razón— mejor que los demás. No tiene una opinión exagerada de la propia valía o habilidades.

El amor no es arrogante. No se conduce con aires de superioridad.
El amor no es egoísta. No se preocupa de sus propios intereses, necesidades y deseos mientras que hace caso omiso de los ajenos.

El amor no es grosero. No es maleducado. No es desagradable en su forma de conducirse o actuar.

El amor no exige que las cosas se hagan a su manera.

El amor no es irritable ni quisquilloso. No se fastidia o contraría fácilmente. No es propenso a enojarse o alterarse o a provocar esas emociones en otros.

El amor no guarda rencor; no se aferra al resentimiento o la animadversión.

El amor nunca se alegra por las injusticias que sufren otros. Se alegra cuando la verdad sale a la luz y resuelve esas situaciones.


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